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Mostrando entradas de 2012

Funerales

La decadencia está en decadencia lo sé yo que soy un hijo de ella sin haber querido serlo lo saben todos lo llevan en su frente ya no hay más me he cansado de decirlo pero es cierto esta comedia espantosa está próxima a acabarse somos la decadencia patética la  más triste decadencia ojalá se caigan los árboles sobre nosotros, ojalá *** Me construyo como una ignorancia te construyo como una ignorancia perfecta y así los construyo a todos sobre los resortes gastados de esta cama yo ignoro el poder que tienen sobre mí las calles de esta ciudad que es tan vacía y tan llena como las hojas de este cuaderno que ni existe *** Gritando, así asumo la existencia, gritando cierro los ojos, no quiero decir nada más me subo al bus al fin, me largo, me voy lejos lejos de la peste de este lugar insano abro los ojos, sigo aquí gritando contra todo contra el parque contra el río contra la lluvia es quizás mi forma de comunicarme grito desmesuradamente saco de adentro m

Danzas y tambores

Iba a poner un pie en el umbral del edificio cuando de pronto escuché la música. Eran como ecos ahogados de un instrumento de percusión; sentía como el sonido retumbaba en las paredes para dirigirse directamente a mí, y golpearme. Pero no pude distinguir de inmediato de donde provenía la música aquella. Miré hacia afuera y no había nada, luego miré hacia adentro y tampoco. Sin embargo, antes de que pudiera volver a preguntarme sobre el origen de lo que estaba escuchando, la puerta del sótano del edificio se abrió y la música fue mucho más clara. Además, por la puerta aparecieron dos personas, vestidas con ropas sueltas y moviendo las manos y las piernas con alegría.  -¡Hola!-exclamaron al verme. Yo los miré confundido. Evidentemente ellos no eran del edificio, nunca antes los había visto por allí ni en algún otro lugar. Se acercaron a mí sonriendo, sin dejar de mover su cuerpo al ritmo de la música, y comenzaron a bailar al rededor mio. Yo me quedé quieto, sorprendido y a la vez c
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Aprendiendo del oxígeno. Resistiendo desde mis sábanas viejas. Seduciendo a las cuerdas de un instrumento que de apoco va cayendo en el olvido -igual que yo-, me siento también a caer hacia lo irreparable, hacia lo que está mucho más allá de lo súbito, asimilando los relojes que no paran de sonar en toda la casa... doblegándome al temor, he sido la pieza fundamental de esta ironía. Quiero correr y no puedo, sólo sigo siendo un espejismo en el desierto, acogiendo con los brazos abiertos y con la cabeza ensangrentada a los hijos de la suciedad, a los hijos del asco... Todo se acerca y se hunde conmigo, sin que nada sea fatal, sin que nada se extienda más allá de lo reconocible, sólo yo me convierto en lo perecedero. Y de apoco me voy borrando, desdibujándome hasta que no quede de mí más que un eco, establecido sobre las bases del próximo siglo, o del pasado, o de cualquier parte de toda la inmensa materia de la historia.

Retrato

Lo primero que dibujé de ella fue su boca. Haber comenzado por su boca fue una decisión totalmente aleatoria. Perfectamente hubiera podido comenzar por su nariz, o por los ojos, y a fin de cuentas hubiera sido el mismo resultado; yo, enamorado de alguien a quien no conocía, pero que todos los días veía pasar a la misma hora por la misma esquina de la plaza. Al principio sin embargo, no pensé que sería así. Yo sólo quería dibujarla porque su rostro me parecía atractivo, tan atractivo como para invitarla a salir. Pero me conformaba con hablarle, o aún menos, con que ella me mirara. La primera vez que la vi venir, pensé que sería igual que el resto de la gente. Que pasaría una vez, se alejaría y ya nunca más la volvería a ver. Pero no fue así. La volví a ver muchas veces, y eso fue más terrible que no haberla visto jamás. Después de tantos años de trabajar en la calle, de ver pasar tanta gente insignificante para tu propia vida, de dibujar tantos rostros que pronto olvidarás, te
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Hasta los brazos los tengo confundidos. Todo mi cuerpo alucina, reclama y tambalea. Todo mi cuerpo responde al llamado más onírico de todos los llamados Hoy no añoro el pasado y dejo de prender velas a los muertos. Hemos partido hacia la nada y dejamos atrás la palabra olvido. La palabra tiempo también la hemos enterrado en lo más profundo. Mi corazón se ha cerrado hacia el surco de la nostalgia. Todo mi ser exige una última palabra a mi cuerpo. Mi rostro contempla con la risa el nombre de los dioses. Mi fe se quebró hace muchos años.

Música gitana

Emilia y Arturo eran los mejores amigos de Andrés, uno de los chicos del círculo que yo frecuentaba en la universidad, aunque en realidad Andrés soy yo, pero vamos a hacer como que no, como que era uno de los chicos de círculo que yo frecuentaba en la universidad. Yo los conocí después entonces, la tercera vez que fui a su casa y me parecieron unos chicos bastante agradables; Arturo se parecía a John Lennon, con su pelo largo y sus lentes redondos, y Emilia era una muchacha que a simple vista se notaba su origen gitano. Amo la cultura gitana -le dije, cuando ella me confirmó con sus palabras que lo era. Yo no- me contestó-. En este país la han ensuciado bastante los mismos gitanos. Le dije que sí, que era cierto, que yo igual me daba cuenta de ello pero que me refería a los gitanos originales, a los europeos, o a los del norte de la India si íbamos aún más hacia el origen. Emilia parecía reticente a la idea de que la cultura gitana era una gran cultura, pero Igual disfrutó cuando

El señor Juan Emar

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El señor Juan Emar estaba sentado en su casa. Estaba sentado encima de su casa. Estaba sentado arriba de su casa y sostenía en su brazo un loro particular. El señor Juan Emar jugaba a las cartas en el techo de su casa con su buen amigo y ex compañero de aventuras en las selvas colombianas, Rudecindo Malleco. El señor Juan Emar vivió de la vanguardia y terminó sus días en silencio escribiendo una gran obra que espero leer después de leer sus otros libros que son súper pocos pero el contenido es demasiado cuático.  El señor Juan Emar se va a vivir a París, a España, a Inglaterra. Pasea por el mundo y el mundo pasea por el señor Juan Emar. He aquí un hombre de esfuerzo. He aquí un hombre de esfuerzo y de calva. Una calva pronunciada hacia afuera como las grandes calvas. El señor Juan Emar escribe un diario y las fechas no le calzan pero el señor es inteligente y logra resolverlo.  El Señor Juan Emar es el señoooooooooooooooooooooooooooor Juan Emar y es de los grandes. De los

Que esto, que lo otro

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         Corrígeme si me equivoco, le dije, pero no es aquel de allá el hombre ese que tú decías? Sin embargo, cuando ella se dio la vuelta para mirarlo, él ya había desaparecido, o quizás nunca estuvo ahí y una vez más fueron mis sentidos los que me engañaron. Entonces le dije; cuéntame una historia que termine en tragedia, y ella sacó su guitarra y se puso a tocar toda la noche sus penas, armando una fogata con el sólo vibrado de sus cuerdas vocales. Estuvimos toda la noche hasta el amanecer discutiendo la validez de la violencia, que esto y que lo otro, que las piedras, que las manos. Somos seres turbios, le dije, le dije, estamos nadando no contra una sino contra cien corrientes, le dije, vamos a terminar fabricando nuestras propias tumbas, le dije, y ella asentía ante cada cosa que yo decía.       Tomamos un par de tragos, aunque yo no bebo mucho, solo cerveza y aveces, cuando quiero. A ratos me ofrecía dinero para volverme a mi casa y yo le decía siempre que sí, que no s

Sueño latinoamericano

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Ayer, en la siesta de la tarde, me habló en sueños nada menos que Gabriel García Marquez. Me dijo que Macondo realmente existía, que no había sido invención de él sino que era un pequeño pueblito perdido en la selva colombiana y, sobre todo, que yo debía buscarlo para revelarle la verdad al mundo, porque Macondo estaba siendo en la actualidad explotado por una raza alienígena llamada los grintgous y los pocos habitantes que quedaban se estaban muriendo.  Bien, ese fue mi sueño. Yo estaba decido a llevar a cabo lo que García Marquez me estaba pidiendo, pero al despertar me di cuenta de lo que ridículo que había sido soñar eso partiendo por el hecho de por qué mierda me iba a visitar en él un escritor que aún sigue vivo , si por regla general son los muertos los que visitan y hablan y dicen cosas trascendentales en los sueños.  Sin embargo, en vez de olvidarme del asunto decidí que debía escribirlo. Pensé en inventar toda una historia en torno al sueño, y empezarla con alg

Ya no sé quienes somos

Ya no sé quienes somos, y me pregunto si alguna vez lo he sabido. Esto es como un juego, como un juego donde se mata o se muere. Hemos sido como sombras todos nosotros, nos han metido el dedo en la boca los muy maricones. Nos han dormido y nosotros, pecando como siempre de ingenuos, no hemos despertado. En la raíz del recuerdo nos hemos olvidado de todo, hasta de nosotros mismos, o de nosotros no-mismos, porque hay que ser muy hueón para no darse cuenta de cuanto hemos cambiado. Ya no sé quienes somos, pero alguna vez tuve una vaga idea por lo menos, y me sentaba en las ventanas mirando hacia el sol, masticando cebollas para cagarme el aliento, ventilando las presas en el (t)oxígeno del mundo, y a veces miraba las estrellas, yo, con mi cara de cabro, esperando que alguien viniera y me salvara, pero nunca vino nadie y ahora ya sé que nunca va a venir nadie, que estoy solo, que estamos solos, que cada uno está solo, y nos contaos historias repetidas, viejos logros del pasado, y enton