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Simulacro

A veces simulo estar dormido mientras busco a tientas en la cama tu rastro de hombre pasajero o de mujer herida, dependiendo de cuánto simule estar despierto. A veces cruzo la frontera de la imaginación y encarno la imagen del hijo satánico o la de un perro hambriento abriéndome lugar entre  las piernas abominables que a esta hora simulan estar dormidas en las peores habitaciones de la ciudad

Esta ciudad

Esta ciudad se parece un poco a la gloria de decir; cabalgo sobre el mar con una sonrisa en la mano y con los anchos designios de la suerte. Mira mi sangre esparcida en la larga carretera mira los cementerios que voy dejando como migajas para no perder el camino porque nada de esta ciudad me amarra pero yo consciente decido sepultarme aquí bajo rocas caer en el tono marcado de mi voz cansada. Hace tantos siglos que arde la ciudad entera y con ella nosotros el cemento las ruinas el muelle  de antaño fuimos héroes y semidioses ayer mientras fumábamos y lanzábamos al mar las colillas. Mira mi sangre usada como témpera para pintar la galaxia.

No es hazaña

Esto no tiene nada de hazaña, pero es una gesta compartir mi copa de vino con una criatura desentendida del universo. La miro despacio, la miro incluso antes de ponerme de pie, la miro y en diez segundos ya no soy nada. Siempre me he de sentir aplastado. Es fortuita la forma de decir la palabra correcta en el caso de la asfixia, es fortuito el imaginario adjunto que viene con la manifestación del viaje, pero esto no tiene nada de hazaña, es un solo una proeza, una triste proeza que no será contada nunca por ningún poeta de los caminos. Hace mil años que no duermo, he estado parloteando hasta las tantas, creyéndome un héroe moderno que sabe salvar almas descarriadas, debajo de las ruedas del metro he construido guaridas para poder morir tranquilo, y para vivir tengo la convicción del trabajo que dignifica a la concha de tu madre, estoy así, somnoliento, sin hacer demasiado caso, sabiendo que esto no tiene nada de hazaña pero que voy juntand

Morir

Morir con los zapatos puestos Morir con la sonrisa intacta Morir con la piel de gallina Morir en el acto, en la noche, en la casa Morir de pronto Morir un poco, morir bastante Morir de hambre Morir de frío Morir de vergüenza de calor de sed de odio Morir en la espera Morir de cansancio Morir en la noche de boda Morir en la plenitud de la vida Morir joven, morir viejo Morir sin haber vivido Morir después de haberlo vivido todo Morir de sueño Morir por un sueño Morir por la causa, por la patria, por amor Morir así sin más Morir en la ignominia Morir con gloria Morir por inanición Morir hoy, morir mañana Morir sin haber muerto Morir solo Morir con los ojos abiertos Morir en la desdicha Morir en la pobreza Morir tranquilo Morir con culpa Morir constantemente Morir con miedo a la muerte Morir gritando Morir a golpes Morir en un desastre natural Morir cada día un poco Morir en el parto Morir como tópico de la poesía

Yo recojo la raíz de los años

Yo recojo la raíz de los años para convertirla en males males que siembran la tierra con la desgracia rayos que caen con forma de vejigas, y que dejan un olor confuso al abuelo diestro de la última tormenta que baila entre las flores que vienen de las raíces que lloran con el paso del elefante que ameritan balas en su ideológica nostalgia del pasado yo recojo la raíz de los años para extenderla como un lienzo sobre tu cuerpo y pintar en él una razón secreta que me saque de este trance de males y de ilusiones, donde compito con la indiferencia más férrea a estampidas a golpes de martillo a zancadas y recojo mi sombra de los suelos y los subsuelos sintiéndome invierno adormecido en el invierno yo recojo los años perdidos con la memoria camino hacia el borde de la quebrada y miro hacia el mar los barcos anclados en la lúgubre ciudad donde existo un poco o de mil maneras la ventana se abre y el frío me congela la garganta no soy, nunca seré nada tengo este pasaj

Descanso en paz

Descanso en paz. Estoy aquí sentado, descansándome, y observo el panorama ante mí como una amenaza. ¿Será que la hora avanza sobre mí, que me aplasta, que me llama a levantarme, tomar un cuchillo y escribir con sangre en las paredes? ¿Y de ser así, qué escribiría? ¿Una nube, un amor, un silencio continuo? ¿diagramaría  la luminosidad del comedor de mi casa, o tentaría a los hombres que pasan por fuera con una invitación al suicidio? Descanso aquí, estoy molido y esperando. Espero la pausa, percibo la brisa marina de este pueblo y las bicis, y los lobos, los muchachos, las muchachas y sus nombres, el negocio donde fumé con ella, donde nos acostamos y nos movimos uno encima del otro  mientras afuera su madre esperaba que le abriéramos la puerta. Eso fue hace tantos años. Ahora, menos mal, descanso. Descanso en paz. Y tú también en paz descansas.

Efermedad

Llevo todos estos días vomitándome, y podría tal vez perder la garganta o algo parecido, no sé muy bien qué me depara, (nunca) pero el médico no tenía buen rostro cuando me tomó la mano y me dijo que podría perder la garganta o algo parecido. Me acosté y ahora mi cama es un pantano sucio y las tapas torcidas, me destapo en la noche, solo y doy gritos desmesurados que quiebran la irrealidad y mi madre viene y mi padre viene, mis hermanos vienen Pero nadie más. Nadie más acude al sonido del cuerno. Me salen gusanos me salen trampas me cuelgan las heridas. Nunca esperé estar así pero he llegado al punto de la inflexión donde me doy de bruces con las ordenes y las obligaciones. No duermo de noche no vivo de día casi no existo y hasta me dijo el médico que he dejado de ser hombre, no por el sexo, sino por el vomito y el asco que ha salido de mi carne durante esta larga larga larga larga larga enfermedad. No soy acierto. Soy incertidumbre

Sensación de lo inminente

Siempre tengo la sensación de lo inminente pero nunca pasa nada. ¿O será que lo inminente  sólo pasa  cuando no me doy cuenta?   Tuve un día la ocasión de remediar el hastío lanzando un grito que llegara lejos. Y grité; estamos muriendo aquí, señores. Pero nadie vino.   El cemento percudido sigue cada movimiento lineal de mis músculos. Hacia allá  vamos los dos,   nombrando de nuevo cada espacio, cada nueva habilidad semiconsciente. Yo sentí el shock de la ciudad de cerca, quizá del brillo de las ventanas y vi mi rostro con sus pliegues, y supe bien que estaba distraído.   Vengo a lanzar los días al aire. Siempre tengo la duda de si soy o si me pienso, y siento que algo viene, algo con una fuerza extrema que derrocará mi monarquía absoluta. Pero nada pasa. No pasa nada. 

Acción

Acción. Serás la sombra en el espejo y mi arma favorita. De perfil, de un lado y del otro, bailando. Serás mi arma para disparar hacia el vacío, Para penetrar en la huida de mi enfermedad. Con mi mano de hierro Sobre tu rodilla Nos miraremos de nuevo. Sin entender aún Sin entender aún Sin entender aún.   Acción. Tu reacción será la palabra. La improvisación de la palabra,  el dogma Que nos hizo y nos deshizo. ¿Hemos sido valientes? Sí, lo hemos sido. Y cobardes como nadie.   Acción.  Apuntaré la cámara hacia tu rostro.  Ahora mirarás de frente Y  fumarás mientras te ríes de nuevo, Mientras pronuncias mi nombre y mi apellido, Con una delicada voz de tiempo, amiga del aire.

Lentes

Los lentes que llevo hoy, mujer no mía, ¿recuerdas? cómo reflejaban el color de la noche el color y la sustancia de nuestro andar, el suave tono de los edificios, de las librerías y los buses en el correo, afuera de un colegio... A través de los cristales de mis lentes me viste, y yo te vi y juntos vimos las calles de Concepción oscurecerse una y otra vez, sobre nosotros. ¿Cuánto dolor puede traer la nostalgia? ¿Cuánto dolor podemos soportar antes de caer? Los lentes se me han caído tantas veces. Se han ido de mí igual que todo. Han dejado de reflejar los bordes, poco a poco lo nítido se convierte sombra. ¿Recordarás algo cuando ya no recordemos nada? ¿Soportarás la tarde en algún sitio de la ciudad o escaparás a tu casa? Seguiremos viendo las mismas noches y los nuevos colores que nos traiga, yo a través de mis lentes y tú de los tuyos como debe ser, como lo dejamos claro ayer, o antes de ayer, o mucho antes, no lo sé... Los lentes son -y esto no tú

Tres noches

I ¿Cuál es el calibre exacto de tus palabras, las palabras que disparas, las que asesinan y dejan nuestra voz hundida en la más fiera distancia? ¿Cuál es el instante en que te indignas y liberas la voz trágica de las epopeyas y del pasado más oscuro en el que nos hundiremos como dos peces muertos? ¿Cuál es el día elegido por tus vísceras, para lanzar a la fogata que prendimos con nuestra propia y horrorosa carne las páginas que arrancamos de aquel libro? II Hoy aquí, en el centro mismo de la infamia, quisiera peinarme tres veces y decir que si la existencia es un café o un segundo no me importa. O que si estoy solo, soltando risas de tiempos olvidados. Hoy aquí, en la gruta más fría de este paisaje doy un soplido largo, un suspiro que intenta botar, a lo lejos, las ramas podridas de esta tierra aunque las mentiras sigan subiéndonos por el cuerpo, como gusanos. III Alguien ha roto la espesa semilla de la noche, con sus ojos de tigre ha concluido la re

Caminando

No podemos -ni sabemos- detenernos. Nos absorbe la vorágine de esta causa, que no es justa, ni mucho menos. Que no es nada. Que no es una palabra comprendida por el hombre, ni por ningún dios. Que no es nada. Ni fuego, ni esperma, ni balizas. Un suicidio constante. O más que eso. Un suicidio. Sucedido de muchas imágenes, cómicas, impenetrables. Agujereando el sentido que quisimos darle a esta vigilia satánica. Nuestro caso es como uno en un millón, ¿o no? Una patada en el culo a la puta sicología, y a las calles, y a las lámparas, y a dios (oh, sobre todo a dios) y a la memoria (sí, en realidad, sobre todo a la memoria). No quisimos detenernos. El que nace turbio muere en las puertas del infierno. El que ría último sabrá de lo que hablo. No hablo de casas, ni de estaciones, mucho menos de pájaros. No hablo de mi, ni de ti, ni de ellos, ni de nosotros ni de vosotros. Que se jodan todos. Yo hablo de entonces. Quizá tengas que venir a detenerme. Aún soy y

Verdad x mentira

Yo también soy  una  estafa. En  cierto  modo  todos   lo   somos. Somos una estafa tan grande que no cabe en el tiempo pero  bailamos como un mono y  andamos  en    los autos con sus ruedas bajo los hombros diciendo que también nosotros somos hombres, pero  que  somos  distintos, que a veces no somos, que la nada se ha refugiado en nuestra cabeza. Porque es como llorar o como estar diciendo cosas de cementerio, o como maldecir,  o ignorar aún lo que somos. Me he transfigurado esta tarde igual que todas las otras, soy un sentimiento algo espeso  y me arrastro hasta mi puerta. Me quedo ciego al cruzar mi puerta. Me desvelo esta noche igual que todas las noches imaginando que vuelvo a ser el hombre que llenó su piel con otra piel más oscura, imaginando hoy que mañana dejaré de ser una estafa y seré por fin verdad o algo mucho peor que eso. Esto parece darme vueltas en la cabeza como una gran rueda. Me divierto, me encierro a pensarme. Algo está cayendo y lo sé

Tentativa de dejar atrás

Tengo el cerebro acaudalado de deudas con todo el mundo y de ojos posibles, que son como ojos de gato, en la noche, en el patio triste de mi casa. Porque tras los días vuelve a sonar la misma música que me vio decirte lo que quizás no quise decirte, pero bajo esas ramas y esas paredes, habían promesas más grandes que cualquiera de mis fracasos. Pasaron desfiles de tantas miserias, de tantas penas como en otras épocas que ya habían pasado, y por eso me gusta recordar siempre recordarlo todo, clasificarlo, asimilarlo al presente creer que todo es circular, basar mi cosmogonía en la repetición del desastre. Vinieron así mismo como antes los pensamientos pero yo tengo el cuerpo refutándole todas las iras a la historia todas las balas a la negra historia y el peso que se acumula en mi cabeza es fácil de sacarlo taladrándome el cerebro hasta que salga para que pueden anidar más gusanos en mi cabeza de los que ya están   ( revolviéndose    como     espejos) Hay canciones de

Cada calle es como una isla

Imagen
A ti te tragó el cemento de la ciudad terrible y ni tu voz queda donde antes la encontraba. Paso entre el río y las bancas entre el río sucio y las bancas podridas y me pregunto, aunque ya sé la respuesta -porque siempre tuve todas las respuestas- dónde acarician a esta hora tus manos, dónde sueñan a esta hora tus ojos, dónde tu pelo le hace barricadas a los que fueron también nuestros enemigos... sé donde estás y me encanta que estés ahí. Por eso llevo todo este tiempo jugando a que no te encuentro. Los hilos de mis piernas se mueven igual que antes como fantasmas, recuerdo en cada paso el paso que di contigo pero ya no alucino, he dejado atrás la fantasía y sé que tú también la has dejado. Cada calle es como un disturbio. Si nuestra alma tiene un color, seguramente es gris no sé por qué. Pero en esta isla ya nadie está sólo, y yo sólo me siento en el pasado para saber que estás vivx, que tu cuerpo aún sigue moviéndose y que tus utopías se van construyendo

Detenerme

Puedo detenerme aquí, en esta calle y volver y puedo no detenerme nunca. Todo depende de lo que quieras tú en este preciso instante… Pero basta de mierdas! Sólo quiero decir que los hombros se me han esparcido sobre los ojos. Yo estoy gobernando la expresión de mi lejanía la expresión de tu terror, la forma de nuestra forma sobre la única cama que nos acoge. Mis padres llegan de misa sobre sus esperanzas… -hay que acabar con la esperanza y darle paso a la bestia- ella está lejos y yo estoy cansando, tan casando como para detenerme y volver o volver sin caer en esto que parece una comedia espantosa. Puedo detenerme al borde de las estaciones en donde no me estés esperando nunca, oír pájaros esquizofrénicos y creer que de verdad me hablan a mí conversar con fantasmas que no han muerto aún pero que siguen escondidos en sus tumbas… y puedo detenerme para que tú también te detengas y juntos lancemos el fuego que nos libere de nuestra maldita s

Al final de todo

Vine entre los barcos de esta bahía, buscando el mar donde pudiera encontrar nada. Vine sobre algunas olas a decir el nombre de los que se perdieron. Te dije: aquí está mi corazón para que te lo comas a gritos las armas se han olvidado de nosotros (mejor así, dijiste tú) las calles, los supermercados, los autos están vacíos, y siempre estarán vacíos. Asumo la herencia de esta orbe, la herencia de la caída, lo inminente... Pero yo no estoy diciendo nada ni quiero decir ni encontrar nada, más que a ti, esperándome al final de todo. Yo anduve, caminé un tiempo entre los postes. Y la luz se hizo mi enemiga y los muros se hicieron mis enemigos, porque ya no podía escribir en ellos que también mis pies se habían hecho mis enemigos. Hablé con el lenguaje de los viejos de los subterráneos de mi casa -y de todas las casas- de la cercanía constate con la fatalidad, la hermosa fatalidad... Anduve, lloré y el día quería matarme. Sigo sin decir nada, sin buscar. El mar q