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Mostrando entradas de abril, 2015

A veces todos nos desvancemos

mi mano gira frente a tu rostro y tú te vas desvaneciendo lentamente frente a mis ojos defendiéndote de cada uno de mis dedos clavando un cuchillo entre ellos, haciendo la señal de la cruz en la palma de mi mano ¿quién anulará a quién? a veces todos nos desvanecemos                             mis dedos saben que tu rostro ha cambiado siento tus gritos en la yema de mis dedos ardiendo como la leña de la estufa, ardiendo, como la transfiguración de los árboles ardiendo como un mesías que no puede bajarse de la cruz el tiempo se desvanece junto a nosotros el reloj se derrite y me quema el plástico que cae sobre mi cabeza los murmullos de las fotos, los murmullos de las fotos los hijos de la antigüedad esa antigüedad en blanco y negro a la que temo tanto, tanto como temo a la fatalidad; la bandera de la fatalidad ha sido mi propia bandera tú lo sabes mejor que nadie ¿y quién sabe cuál es el verdadero nombre de las cosas?

Vacío

Lejos de todo y sencillamente cerca de nada

Decirlo está demás

Otro día, tal vez Yo pasee por Esos lugares Y no sé, quizás En volá te vea O sólo recuerde Cuando Bueno Decirlo está demás

Revelaciones

Imagen
Todos tenemos un libro en nuestras manos, pero sólo yo lo estoy leyendo. Miro a Juan; duerme como un bebé. Tiene la boca abierta y la baba le cae por el mentón. Marcos y  Lucas están despiertos, cada uno con su mirada fija en algún  lugar de la casa. Mateo debe estar en el baño, y lo más posible es que esté vomitando.  En el lugar donde estaba hace un minuto hay una botella vacía de ron que él bebió solo, si es que no contamos los tres sorbos que le dio Marcos a la botella. A mí no me gusta el alcohol. Lucas no puede beber ni comer casi nada porque hace una semana le extirparon la vesícula. Y Juan lleva cuatro horas durmiendo. –No tengo dudas en que hemos llegado a la ciudad correcta –les digo. Sólo me mira Lucas. Marcos sigue con la vista perdida.             Luego de unos minutos, Mateo regresa de donde sea que haya estado. Efectivamente, ha estado vomitando. Lo delata una asquerosa mancha gris sobre su camisa. –¿Y? –me pregunta. –Nada aun –respondo–, pero ya viene.