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Mostrando entradas de 2017

Para el hombre mitológico

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Hombre mitológico; no creas que la guerra ha sido contra ustedes la madre adoptiva también lo sabe la guerra es personal y eso debe respetarse no se puede confundir el humor que nos atraviesa la mente con la bala que atraviesa el cuerpo o la palabra que atraviesa el espíritu por eso me levanto del sillón de la comodidad donde suelo dormir muchas horas hasta que me despiertas hombre mitológico o tú, madre adoptiva con la violencia que te caracteriza y sin la cual el gran hogar ya estaría hundido en el mar donde navegan muertos los más hermosos y antiguos hogares hombre mitológico radicalice mi acción porque tú me enseñaste a orar con una piedra en la mano lánzala a quien quieras me dijiste esa piedra será como tu palabra cuando ya no sirvan más las palabras y este mundo se caiga a pedazos yo te observo y creo que tu mitología es tangible me abrazo a tu cuello y comprendo que tú eres mi padre que has copulado con la madre a

CAUTIVERIO

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No podíamos abrir la boca en ningún momento; hacerlo significaba un latigazo más en nuestra espalda. Yo ya había recibido demasiados. De noche, no podía dormir por culpa del dolor, y lo mismo sucedía con todos. Nos mirábamos entre nosotros. Eso era lo más fuerte. Mirar al que estaba a tu lado, ver su cara de dolor y no poder hacer nada, y saber además que a él le sucedía lo mismo cuando te miraba. Me compadecía de todos los que estaban allí conmigo, pero aún más de mí. Si hubiese podido salvarme solo, sin duda lo hubiera hecho. Pero ni siquiera existía esa posibilidad. Había una ventana frente a nosotros. A través de ella no veíamos nada más que el cielo. Unos días estaba nublado, otros salía sol. Incluso contemplamos una tormenta. Los rayos que caían cada cierto tiempo iluminaban toda la habitación. Aprovechaba esos instantes para mirar a mis compañeros. Algunos lloraban desconsolados, gritaban y llamaban a sus madres, imploraban que por favor alguien los salvara, que p

Nostalgia del futuro

estoy aquí de paso siento nostalgia del futuro construyo recuerdos para llorarlos un dia mirando hacia el mar por la ventana de un tren abandonado fumando un cigarro barato leyendo los poemas que escribo ahora para la futura muerta de mi ojos para la mujer del presente definitivo construyo una imagen en mi memoria las luces de la panoramica frente al rio imaginado mirando la superficie del agua que es un portal hacia el abismo y la llave son los labios de la mujer de los sueños efímeros parecen los dias  una suseción de transitos sin rumbo en los años de mi infancia  senti la nostalgia de este ahora aqui estoy soñando soñandome entrelazando el sentido y la paranoia deshaciendome en las calles  brazo a brazo pierna a pierna musculo por músculo hasta mis órganos reptiles los que lloran por la nostalgia del futuro de la sangre y se arrastran hacia la luz hacia el ocaso  hacia las paginas rotas de los ultimos libros  las

La posibilidad de una babosa

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Salí de mi casa con una babosa en el bolsillo. Ese mismo día en la mañana la había recogido de la huerta de mi patio. La llevaba en un frasco de vidrio, para no aplastarla. Antes de salir mi madre me preguntó si ya había almorzado. Le dije que no, que almorzaría en otro lado. Me dio la bendición y me dejó marcharme. Ella no sabía que yo llevaba una babosa en el bolsillo. De haber estado en conocimiento de tal hecho, lo más seguro es que hubiera puesto reparos a mi intención de salir de casa. A mi padre poco le importaba. Él tampoco sabía lo que yo tenía en el bolsillo. Mi hermano y mi abuela, por otro lado, no se encontraban en el interior de nuestra casa. Estaban en el patio regando las plantas. Antes de salir me fijé en la hora que indicaba el reloj de la cocina. Eran las once de la noche.  Volvió mi madre y me dijo que me abrigara. Traía una chaqueta en sus manos. Era una chaqueta verde con rayas negras, tres veces mi talla. La miré dubitativo. Está bien, le dije. Afuera ha

Construyendo recuerdos

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Construyendo recuerdos vívidos, agudos, Aquí comienza el caos en la búsqueda de los lugares que nombramos parte de nuestra cosmogonía de la tranquilidad de nuestros cuerpos sabiéndose libres hicimos un árbol defecamos sus ramas nos hicimos silencio construyendo recuerdos para llorarlos algún día,  para estar simplemente sentado en la escalera del tren fumando un cigarro  pensando en la sombra del cielo  su oscuridad cernida arriba nuestro es la tristeza una palabra usada en todas las páginas del libro que escribimos entre manos amputadas el niño que no ha podido quedarse dormido  me dice que siente que todo está roto,  la realidad que ve se divierte haciéndole bromas a sus ojos  camino a su lado buscamos un ladrido  que recordamos construyendo recuerdos para categorizar su importancia  en estantes mentales para ver cuántas lágrimas son necesarias  para llenar el vaso del dolor para recordarlos sentados en la escalera  d

Juan El Horrible

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Me disgusta que la gente se acerque a mí cuando espero bus en el paradero. Me descoloca, me siento nervioso con la proximidad de otro ser humano. Prefiero prender un cigarro y quedarme en un rincón del paradero mirando al suelo, esperando que el bus pase. Pero el bus se demora. Siempre se demora, hay que esperar demasiado para que el bus llegue hasta este paradero. Entonces recuerdo cuando era joven, y mi gran sueño consistía en tener una flota de buses, y no sólo ser dueño sino también chofer de uno de aquellos buses.  Miro la hora a cada momento, porque soy ansioso y no soporto esperar tanto. Cada vez llega más gente al paradero. Hay personas que conozco, pero que no saludo. Vecinas de la población, conocidos del cerro. Todos están fumando un cigarro, con la mirada fija hacia el final de la calle, esperando, como yo, el bus que nos lleve por fin a nuestras casas.             Caigo en la cuenta de que mi ansiedad se produce porque todos, excepto yo, están fumando un cigarro. Yo no

Motor

En la casa de al lado, la de la derecha, siempre sonaba un motor. Todo el día y toda la noche. Era un ruido demasiado molesto, no me dejaba dormir ni concentrarme en las cosas que tenía que hacer. Al salir al patio el ruido reducía un poco. A veces era constante y a veces intermitente. Pero esa intermitencia no duraba nada, en ningún momento el motor llegaba a detenerse. Los gatos de mi vecina me miraban. No sé si ellos escuchaban el motor. Estaban tan calmados. Pero yo me acercaba y ellos escapaban, corriendo muy rápido por los techos de las casas. Volvía a entrar a mi casa, me sentaba en mi cama y comenzaba a escuchar el motor, claramente, como si estuviera en la habitación colindante a la mía de la otra casa. Era muy molesto. Me preguntaba también si mis padres lo escuchaban, pero no quería preguntarles, tenía la sensación de que no reaccionarían bien si les preguntaba.  Tampoco podía preguntarle a mi vecina qué era lo que sonaba en su casa. La veía desde mi ventana, re

Gran hogar

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En huelga mis sentidos han estado Separados unos de otros Y esparcidos en la cocina del gran hogar El gran ojo infectado observa la mesa caminando Por los pasillos, La niña llora en los brazos de la madre adoptiva No hay un nombre para la infancia Es un continuo esperar de trenes Que no llegarán nunca En una estación larga y oscura Oigo voces desde las ruinas Gritando nombres desaparecidos Reclamando su parte en batallas De otros siglos Debería regalarle la soga definitiva Y verla colgando de su ventana Mientras los gatos lamen sus pies descalzos Y yo prendo la cámara de video Siento en las paredes al palparlas Los rostros que gimen en susurros Una gran descarga eléctrica sacude mi cuerpo mi carne revienta y sale humo desde mi materia ahora yo recibo el abrazo de la madre adoptiva me siento en su regazo y seco con su manta mis lágrimas beso la boca de la madre adoptiva me duermo mientras mamo la leche de uno de sus senos