Mitología de la criatura
En este capítulo, parto nuevamente en mi casa, más específicamente en el patio, contemplando el hermoso rosal que hay en el jardín, fruto del arduo trabajo y cuidado de mi madre. Ahí, debajo de la tierra, está enterrado mi tío, el hermano de mi padre, aquel que muriera hace catorce años y que dejara las puertas abiertas a la maldición que caería sobre mi familia. Desde entonces somos la familia horrible. Salí al patio en busca de mi abuela. Había oído sus gritos llamándome, pero al salir comprobé que no estaba allí. Decidí quedarme en el patio, como ya dije, contemplando el rosal, sentado en el banco de madera que construyera mi abuelo y que ahora se está cayendo a pedazos. Por cierto, mi abuelo tampoco estaba. También había escuchado el ruido de las astillas partiéndose con el golpe de su hacha, pero no estaba en su taller ni en ninguna otra parte del patio. No había nadie en el patio, solo yo. Supuse entonces que adentro de mi casa tampoco había nadie. Me asomé a la e