Máquina de mundos
Laura, la mujer con la que había soñado, se presentó esa misma mañana frente a mi puerta, dio tres golpes suaves, tosió un poco, y luego yo me levanté de la cama. Cuando abrí la puerta y la vi, sosteniendo una cajita de cartón con un mantel encima, de inmediato intenté recordar el sueño. Pero no podía recordar. Sólo recordaba que aparecía ella, tal vez desnuda, tal vez observándome de lejos, no lo sé, no recuerdo bien. Tengo problemas con la memoria a corto plazo. Aunque eso de olvidar los sueños es bastante común. Pero recordaba que aparecía ella, quizás con un vestido verde, como el que traía puesto ahora. No pude evitar reparar en sus piernas. Tenían moretones por todas partes. Grandes moretones de un color entre verde y morado. –¿Quieres entrar? –me aventuré a preguntarle. Ella me miró con resquemor. Yo sonreí lo más sinceramente posible para que no pensara mal. Pero igual, con un poco de pesar, se negó a aceptar mi propuesta. –Tengo que irme –me respondi