Motor
En la casa de al lado, la de la derecha, siempre sonaba un motor. Todo el día y toda la noche. Era un ruido demasiado molesto, no me dejaba dormir ni concentrarme en las cosas que tenía que hacer. Al salir al patio el ruido reducía un poco. A veces era constante y a veces intermitente. Pero esa intermitencia no duraba nada, en ningún momento el motor llegaba a detenerse. Los gatos de mi vecina me miraban. No sé si ellos escuchaban el motor. Estaban tan calmados. Pero yo me acercaba y ellos escapaban, corriendo muy rápido por los techos de las casas. Volvía a entrar a mi casa, me sentaba en mi cama y comenzaba a escuchar el motor, claramente, como si estuviera en la habitación colindante a la mía de la otra casa. Era muy molesto. Me preguntaba también si mis padres lo escuchaban, pero no quería preguntarles, tenía la sensación de que no reaccionarían bien si les preguntaba. Tampoco podía preguntarle a mi vecina qué era lo que sonaba en su casa. La veía desde mi ventana, re