Cuerpo

Dejé mi cuerpo en un espacio parecido al paraíso,
Entre letreros rojos que anunciaban un
Cambio de espectáculo.
Mi cuerpo siempre estuvo ensombrecido
Por el insomnio
Y sin más, logré arrullar con mis brazos
Las noches en que acudías a mí con tu alma de niña.
Poseías la poesía del silencio
Y con ella tejías todas las sábanas del mundo
Sobre mi cuerpo.
Mi cuerpo era frágil y
Aun más el tuyo, era como uno de esos días domingo
Cuando se nublaban los alambres de mi cabeza.
En la urgencia del desastre
Ambos formamos un solo cuerpo
Ambos nos sentamos desesperadamente en la cama
Y contemplamos el rostro de al lado
Con temor y locura
Con la esperanza de superar fantasmas residentes en el hogar que nosotros amueblamos
Con la prisa de los que comienzan
La misma prisa con que habíamos desvestido los cuerpos
Y el cuerpo de la virgen
Y de los santos, y de Jesús, el maldito Mesías
Y al mismo Dios le dimos un cuerpo a imagen y semejanza de nuestra vergüenza.
Sucedíamos, un cuerpo al otro, como el día a la noche
Como la felicidad a la nostalgia
Como el oro a la miseria, sucedíamos.
Acontecíamos en alma y carne, pero más en carne que en alma,
Y sangrábamos
Cuánto sangrábamos sobre esa cama que elegimos
Como sepultura de nuestros cuerpos.


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