Cada calle es como una isla


A ti te tragó el cemento de la ciudad terrible
y ni tu voz queda donde antes la encontraba.
Paso entre el río y las bancas
entre el río sucio y las bancas podridas
y me pregunto, aunque ya sé la respuesta
-porque siempre tuve todas las respuestas-
dónde acarician a esta hora tus manos,
dónde sueñan a esta hora tus ojos,
dónde tu pelo le hace barricadas a los que fueron
también nuestros enemigos...

sé donde estás y me encanta que estés ahí.
Por eso llevo todo este tiempo jugando a que no te encuentro.
Los hilos de mis piernas se mueven igual que antes
como fantasmas,
recuerdo en cada paso el paso que di contigo
pero ya no alucino, he dejado atrás la fantasía
y sé que tú también la has dejado.

Cada calle es como un disturbio.
Si nuestra alma tiene un color, seguramente es gris
no sé por qué.
Pero en esta isla ya nadie está sólo,
y yo sólo me siento en el pasado para saber que estás vivx,
que tu cuerpo aún sigue moviéndose
y que tus utopías se van construyendo poco a poco.

Yo no quiero encontrarte, ya no camino para eso.
Yo me quedo aquí, en mi isla.
Tengo la sensación de amar en esta isla
y tú sientes lo mismo en la tuya, y ojalá que nunca deje de ser así.
Aunque ya no te llame con nombres de flores
porque yo me cansé de los eufemismos,
aunque a veces deambule por estas islas sólo para
pensarte como lo imposible
yo soy feliz de tus barcos, de tus historias, de tus libros
y aun más de los míos.





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