Tentativa de dejar atrás

Tengo el cerebro acaudalado de deudas con todo el mundo
y de ojos posibles, que son como ojos de gato, en la noche, en el patio triste de mi casa.
Porque tras los días vuelve a sonar la misma música
que me vio decirte lo que quizás no quise decirte, pero bajo esas ramas
y esas paredes, habían promesas más grandes que cualquiera de mis fracasos.

Pasaron desfiles de tantas miserias, de tantas penas
como en otras épocas que ya habían pasado, y por eso me gusta recordar siempre
recordarlo todo, clasificarlo, asimilarlo al presente
creer que todo es circular, basar mi cosmogonía en la repetición del desastre.

Vinieron así mismo como antes los pensamientos
pero yo tengo el cuerpo refutándole todas las iras a la historia
todas las balas a la negra historia
y el peso que se acumula en mi cabeza es fácil de sacarlo
taladrándome el cerebro hasta que salga
para que pueden anidar más gusanos en mi cabeza de los que ya están
  ( revolviéndose    como     espejos)

Hay canciones de las que me he salvado resignificándolas.
Diciéndole al horror que seremos amigos cuando estas noches se terminen
o pidiéndole que sepa esperar como yo he esperado.
Igual que otros golpes, igual que cuando decíamos frases que quedaban inconclusas,
al final, siempre sentimos el dolor de estar avanzando.

Estas palabras continúan a medida que nos hacemos patria en el cemento,
mientras sepamos llorar y maldecir y dejemos de contar las horas
o busquemos un lugar donde hacerlas menos terribles.
Así es que aún tengo una deuda con el dolor y con el abandono,
de esas que al cabo de un tiempo se van y se pierden
(igual que yo, igual que tú, nos perdemos)










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