Revelaciones


Todos tenemos un libro en nuestras manos, pero sólo yo lo estoy leyendo. Miro a Juan; duerme como un bebé. Tiene la boca abierta y la baba le cae por el mentón. Marcos y  Lucas están despiertos, cada uno con su mirada fija en algún  lugar de la casa. Mateo debe estar en el baño, y lo más posible es que esté vomitando.  En el lugar donde estaba hace un minuto hay una botella vacía de ron que él bebió solo, si es que no contamos los tres sorbos que le dio Marcos a la botella. A mí no me gusta el alcohol. Lucas no puede beber ni comer casi nada porque hace una semana le extirparon la vesícula. Y Juan lleva cuatro horas durmiendo.
–No tengo dudas en que hemos llegado a la ciudad correcta –les digo. Sólo me mira Lucas. Marcos sigue con la vista perdida.
            Luego de unos minutos, Mateo regresa de donde sea que haya estado. Efectivamente, ha estado vomitando. Lo delata una asquerosa mancha gris sobre su camisa.
–¿Y? –me pregunta.
–Nada aun –respondo–, pero ya viene.
            Dejo el libro a un lado. Mateo se acerca a mí y me da un beso en la boca. Todo su ser huele a una mezcla de alcohol y vómito. Pronuncia unas palabras ininteligibles, algo así como que debemos salir de aquí, que se siente encerrado, o quizás sea otra cosa muy diferente, no lo sé, no puedo entenderle muy bien. Lo cierto es que yo también me siento encerrado. Hemos estado todo el día aquí, sentados sin hacer nada más que leer un libro.

Mateo y yo somos los primeros en subirnos al techo de la casa para observar bien lo que se nos avecina. La ciudad es más pequeña que todas las otras que hemos visitado. No tiene grandes edificios, el más alto que veo es de sólo cuatro pisos y deben ser departamentos.  es una ciudad tranquila, rodeada de cerros y casas pobres. Estamos ya muy cerca de lograr lo que queremos hace tantos años, cinco para ser exactos. Aún recuerdo el momento exacto en que nos dimos cuenta que habíamos descubierto el código secreto de la biblia. Luego nos demoramos unos años en terminar de descifrarlo todo. Nos equivocamos un par de veces, pero ahora de verdad estamos seguros de estar en el lugar correcto donde dentro de una hora comenzará el juicio final. 

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