Sensación de lo inminente

Siempre tengo la sensación de lo inminente
pero nunca pasa nada.
¿O será que lo inminente 
sólo pasa 
cuando no me doy cuenta? 

Tuve un día la ocasión de remediar el hastío
lanzando un grito que llegara lejos.
Y grité; estamos muriendo aquí, señores.
Pero nadie vino. 

El cemento percudido sigue cada movimiento lineal
de mis músculos. Hacia allá 
vamos los dos,  nombrando de nuevo cada espacio,
cada nueva habilidad semiconsciente.
Yo sentí el shock de la ciudad de cerca, quizá del brillo de las ventanas
y vi mi rostro con sus pliegues, y supe bien
que estaba distraído. 

Vengo a lanzar los días al aire.
Siempre tengo la duda de si soy o si me pienso,
y siento que algo viene,
algo con una fuerza extrema que derrocará mi monarquía absoluta.
Pero nada pasa. No pasa nada. 

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